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17 enero, 2017

Collioure, emoción pétrea

Collioure o Cotlliure es una pequeña villa francesa. Está cerca de la frontera española y a unos 30 kilómetros al sur de Perpignan. Tiene la fuerza de las villas costeras mediterráneas. Es un lugar que huele y sabe a mar. Mezcla perfecta de pueblo pescador y bohemio.



Pese a ir a Collioure fuera de la temporada alta y que el tiempo había sido desapacible y lluvioso, habían bastantes visitantes y algunos autobuses de tours de turistas. No tantos como en verano, pero más de los esperados. Supongo que porqué la ciudad es famosa. Allí murió el poeta Antonio Machado. Además, tiene fama de ser la cuna del movimiento pictórico llamado fauvismo. También, lo es, por su vino fresco y afrutado y  por sus anchoas.


Aunque, resulta evidente la fama turística de Collioure, no está tan masificada como otras zonas de la costa (Côte Vermeille). La última vez que fui a Collioure fue a finales de los años 90. Como han pasado unos cuantos años, esperaba ver toda la zona cubierta por ladrillo (horribles edificios frutos de la especulación inmobiliaria) y pese que han crecido a su alrededor urbanizaciones, las montañas y el paisaje, en general, se mantienen casi igual que hace 17 años.


Colliure tiene algo que emociona, sobre todo la zona del centro de la vila, la más cercana al mar y la zona del barrio de Moure.

La imagen más característica de la vila  es la de la silueta de la iglesia fortificada, que se adentra como un barco en el mar: Notre-Dame-des-Anges. Antiguamente, el campanario de la iglesia, con su cúpula de tejas rojas, servía de faro al antiguo puerto. Otra silueta inconfundible es la del Castell du Roi.



Eso es lo que esperas ver cuando llegas a Colliuore, pero la ciudad te depara otras imágenes que te sorprenderán, como las resguardadas plazoletas que te protegen del viento de la Tramontana. Empinadas callejuelas con bohemios ateliers y bonitos comercios y un paseo que bordea la costa y que resulta muy agradable caminar por él, sobre todo si hace buen tiempo.


Deambular por el casco viejo de Colliuore es muy agradable. Está restaurado con esmero. Muchos edificios se han pintado con alegres colores y decorados con grandes macetas con flores.


Para mi, lo mejor de Collioure es ese aire marino que respiran sus edificios y sus magníficas vistas al bravio mar, sobre todo cuando hay tormenta y la naturaleza se desvela con una inusitada fuerza.

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