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15 abril, 2018

Ermelo y el Parque Natural do Alvão, la autenticidad rústica




Desde el primer momento, la belleza inconmovible del Parque Natural de Alvão nos dejó cautivados. El día amaneció desapacible, pero no hacía frío. Una niebla intensa iba y venía, según pasábamos del llano a la montaña. 

Desde Cabriz, en el Vale do rio Póio, cogimos la carretera M556 para llegar a la CM1145, pasando por valles y zonas montañosas. El recorrido discurría por bosques de altos abetos, pinos y helechos. Un recorrido altamente recomendable y que nos conducía hasta Ermelo y de allí a Lamas de Olo. 


   
   

Un trayecto panorámico para llegar hasta Fisgas de Ermelo. Un barranco, de más de 400 metros de desnivel. Se trata de un tajo de vértigo en la montaña por dónde el río Olo cae, en potente cascada, hasta el lecho del valle. Estos saltos de agua forman, en algunos tramos, pozas de agua ideales para el baño en verano. Impensable bañarse en ellas en invierno.

Han habilitado una vía para hacer senderismo, la PR3. Así que, si te gusta caminar, es una buena idea hacer esta ruta.


   

En nuestra travesía por la Sierra de Alvão, atravesamos pequeños pueblos y aldeas anclados en el pasado y que evocan sosiego y rusticidad como Raposa, Carvalheira, Carqueijal, Azeveda, Cadaval y Tojais, entre otros. Algunas sólo eran pequeñas aldeas con humildes casas entre pastos de ganado. 

Aunque, nosotros decidimos hacer esta ruta más compleja, no obstante, también se accede hasta Ermelo por la N304, desde Modim de Basto. Por supuesto, el asfalto y las condiciones de la carretera son mejores desde la N304, sin embargo nuestro trayecto fue en cierto modo mágico. Solamente nos cruzamos con vacas sueltas. Ni un coche. Sin duda, no nos equivocamos eligiendo este peculiar recorrido.


El paisaje de esta área protegida por la Red Natura 2000 es una de las más bonitas que hemos visto. No sé cómo será en verano, pero con niebla y una fina lluvia parecía un paisaje salido de un cuento. Bucólico y misterioso. Había agua por todos los lados. Pequeños riachuelos y potentes torrentes. 

Desde Ermelo, por Fervença llegamos a Lamas de Olo, en la otra punta del Parque. Un lugar singular, curioso, de casas en piedra, oscuras y con musgo verde, la mayoría establos dónde guardan las vacas maronesas típicas de esta área.


En Lamas de Olo, en este punto del viaje, la niebla se hizo tan densa y espesa que decidimos bajar otra vez al Valle de Póio, para poder ver algo más que una espesa nube blanca delante de nuestros ojos. Una nube que se asemejaba a la flor del algodón.

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